El próximo 24 de Octubre
celebraremos como cada año el día del Padre Claret; sacerdote, misionero y
fundador de la congregación Misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de María
Antonio María Claret nació en una
familia humilde, de 11 hijos y con un negocio familiar de textil. Desde pequeño
sintió gran devoción a la Virgen María; aunque su padre quería que se dedicará
al negocio familiar, él sintió que su camino era ir a Barcelona a estudiar,
pero esto no fue suficiente. Por fin se atrevió a decirles a sus padres que el
textil no le llenaba y que sería Sacerdote Diocesano.
El 29 de Septiembre de 1829 vio
cumplirse su sueño entrando al Seminario de Vic como seminarista. El 13 de
Junio de 1835, tras algunas dificultades y dudas en el estudio, por fin es
ordenado sacerdote.
Mosén Anton Claret (nombre con el que es ordenado sacerdote) tuvo
algunas dificultades; sus primeros años de sacerdote no fueron los deseados,
eran años de guerras y persecuciones a
la religión; él logro mantenerse al margen de la política y la persecución de
religiosos. Sus palabras en estos momentos fueron: “Esta lamentable situación era como un aguijón dentro de mí que me
angustiaba tremendamente”. Entra en la hermandad de los Jesuitas para ser
misionero durante 4 meses con ellos.
A partir de aquí vienen momentos de mucho
trabajo, andando de pueblo en pueblo, y ayudando lo máximo; eso es lo que hizo
nuestro misionero apostólico o el Padrito Claret, nombre que le pusieron en
Canarias.
Ahora sí, llegó el momento en el que
Claret tiene claro lo que hacer: fundar una Congragación de Misioneros llamados
Hijos del Inmaculado Corazón de María.
Todos los que se involucraron eran jóvenes, tenían miedo de meterse en algo tan
grande, pero estaban muy bien formados y sabían que era una buena idea la de
evangelizar.
Claret era un joven con mucha vitalidad, en
sus estancia en Cuba hizo un gran trabajo y fundó la congregación de las
Religiosas de María Inmaculada.
No todo bonito y bondadoso: en
Holguín tuvo un gran susto cuando con una navaja lo hirieron. También sufrió atentados y persecuciones.
Este viajero se volvió a Madrid como
confesor de la reina Isabel II hasta que les toca huir a Francia. La salud del
padre Claret se agrava y se mantiene en reposo hasta el día 24 de Octubre de
1870, día en el que murió. En el epitafio de su tumba se puede leer: Amé la justicia, aborrecí la iniquidad, por
eso muero en el destierro.
Alba Martin