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viernes, 19 de junio de 2015

Bicentenario de la Batalla de Waterloo.



        Se cumplen doscientos años de la Batalla de Waterloo, el conflicto bélico que terminó de enterrar al imperio napoleónico y supuso el devenir de una Europa convulsa.
                En 1814, las tropas aliadas formadas por las divisiones de Gran Bretaña, Prusia, Países Bajos y Bélgica, estaban decididas a acabar con la interminable hegemonía gala liderada por Napoleón Bonaparte, quien, en mayo de 1804, había sido nombrado emperador de los franceses. No obstante, durante su primer reinado, Napoleón se había ganado muchos enemigos a lo largo de toda Europa debido a su deseo de implantar el yugo francés en esta, y los frentes de batalla en los que participaba se contaban por decenas. París, la capital de este joven imperio formado tras la Revolución francesa de 1789, fue tomada el 31 de marzo de 1814, poniendo entre la espada y la pared a Napoleón. 
                Poco después, sin demasiadas opciones donde elegir, Bonaparte renuncia y es exiliado a la isla toscana de Elba. Es así como se instaura la primera monarquía borbónica de Luis XVIII. Sin embargo, para sorpresa de los aliados, quienes pensaron que Napoleón ya no suponía ningún peligro, el tirano Bonaparte, como se le conocía en la realeza europea, escogió morir matando, por lo que se escapó del lugar en el que lo tenían preso y se dirigió a París, donde todo el pueblo y la armada francesa le mostraron su apoyo incondicional. Así mismo, los aliados, al conocer la noticia, decidieron reunirse en Viena para formar la Séptima Alianza y, así, quedaron fijados los dos bandos beligerantes.



                No obstante, Napoleón sabía que si quería ganar contra el numeroso y bien armado ejército aliado, la única posibilidad era evitar la unión de las milicias inglesas con las prusianas, las cuales, a pesar de ser socias, se encontraban a una distancia de casi cien kilómetros. Finalmente, los aliados, dirigidos por el duque de Wellington, y los franceses, comandados por Napoleón Bonaparte, tomaron posiciones en el pueblo belga de Waterloo;  y los soldados, que eran más de 100.000 en el bando aliado y unos 70.000 en el bando francés, se midieron en una batalla de alrededor de 12 horas, en la que, tras interminables ataques, contraataques y forcejeos, los franceses se jugaron todo a una carta: la penetración de la Guardia Imperial a través del frente central. Esta brigada, totalmente invicta hasta el momento, era uno de los seguros de Napoleón, por lo que se ordenó que penetrara por la fisura de las filas aliadas, pero,  cuando se adentró en esa zona, 1500 ingleses armados con fusiles se levantaron del suelo y dispararon sin medida a la Brigada francesa, decidiendo el rumbo de la Batalla y, por consecuente, el de toda Europa.
                Finalmente, las tropas galas, viendo la victoria totalmente imposible, decidieron retroceder, desordenadas, hacia Francia. Por otro lado, Napoleón, quien ya daba por perdida toda esperanza de volver al poder, intentó huir en un barco hacia América, pero los aliados lo detuvieron a tiempo y lo exiliaron a la isla sudafricana de Santa Helena, donde murió 6 años después, a los 51 de edad.
Mario de la Fuente.