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miércoles, 30 de septiembre de 2015

Las Joyas del Istmo de Panamá.




Un equipo de arqueólogos están en la ciudad de El Caño con la intención de esclarecer el pasado de la ciudad y los tesoros que esconde.

  Julia Mayo y su equipo de arqueólogos se han trasladado a la región de Coclé, justamente a la ciudad de El Caño para estudiar sobre ella.
   A esta ciudad se le atribuyen muchos de los tesoros de oro que se han descubierto en las conquistas de los españoles, alemanes, franceses e ingleses que buscaban riquezas en las ciudades americanas.
   Los indígenas que vivían en aquella ciudad tuvieron números enfrentamientos bélicos con cada uno de los extranjeros que llegaban en busca de oro para extraerlo, fundirlo y hacerse ricos. Toda esta riqueza ahora mismo está bajo tierra en las tumbas de los antecesores de los indígenas, una civilización llamada coclé de la cual podemos tener una pequeña idea de sus costumbres por escritos que dejaron los conquistadores españoles.

   Además de aproximadamente 500 piezas de oro también han descubierto cómo realizaban los ritos funerarios. Utilizaban fosas comunes donde los extendían boca bajo y solamente al ser importante se le hacía un proceso de deshidratación; también nos han hecho saber que desarrollaban sacrificios múltiples. Estos sacrificados eran enterrados con los jefes; algunos sacrificados se piensa que eran voluntarios y otros simplemente obligados. Para la muerte de estos se utilizaba el veneno que contiene el pez globo. La otra pregunta que nos plantean los arqueólogos es que la utilización de ese veneno, en vez de otro más rápido, podría ser porque los envenenados eran enterrados vivos junto al jefe muerto.
   La excavación seguirá con su trabajo, porque aunque llevan desde el 2008, cada año solo pueden trabajar durante 4 meses en la propia ciudad, ya que los demás meses las lluvias les inunda la excavación. Es un largo proceso que acabará cuando consigan descubrir todos los secretos que guarda la ciudad dorada.

                                                                                                                  
                                                                                                                                                                                               Alba Martín