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miércoles, 29 de abril de 2015

El misterio de los Stradivarius.



       Nacieron en un taller de Cremona en Italia, solo existen 650 ejemplares clasificados según su sonoridad (Español, Condesa Polignac, Paganini-Desaint…), tienen más de 300 años y fueron creados por el mejor lutier de toda la historia de la música… pero nadie ha conseguido descifrarlos, nadie ha conseguido  acercarse a su maravillosa y excepcional sonoridad, nadie ha dado con la fórmula que los hace únicos... son los Stradivarius, y su longeva vida está llena de tremendo misterio e intriga.
      Antonius Stradivarius, su lutier, nació en Cremona en 1644 y dedicó toda su vida a la creación de instrumentos de cuerda. Además, trabajó junto a Andrea Amati, en el taller de lutería que este poseía en Cremona, y pronto se convirtió en un reconocido lutier que poco a poco fue introduciendo diversas mejoras en los instrumentos de su maestro, como el rediseño del mástil de los violines o el cálculo exacto del espesor de la madera para que el sonido fuese potente y exquisito. No obstante, era muy lento, ya que solo construía unos 20 al año, un total de 1110 en toda su carrera, aunque casi la mitad han desaparecido, se han resquebrajado o han sido robados por las mafias que trafican con ellos, porque, aunque parezca desmesuradamente costoso, estos violines están valorados en millones de euros y son un negocio muy rentable, debido a que en los últimos 20 años su cotización se ha disparado en un 20000%, 10 veces más que el oro. De hecho, el Stradivarius más caro de toda la historia, apodado Lady Blunt, fue comprado en 2011 por más de 15 millones de euros, y el dinero obtenido se donó a las víctimas del tsunami de Fukushima.
No obstante, el secreto mejor guardado de estos instrumentos no se ha descubierto todavía, pero existen varias hipótesis. La primera, propuesta por el Laboratorio de la Universidad de Pavía, en Cremona, sustenta que Stradivarius le aplicó a sus instrumentos una mezcla de caseína e hidróxido de calcio, que unida a un eficaz aislante basado en el aceite de lino y la resina de pino, hizo de estos instrumentos los mejores de la historia. No obstante, también creen que le aplicó a cada una de sus obras una capa de barniz confeccionada a partir de aceite, colofonia y cinabrio, la cual sería la responsable del potente sonido de los instrumentos, aunque existe otra posibilidad.
        Según algunos estudios recientes, la razón principal de su excelencia sería el abeto rojo y el arce de los Balcanes con los que Stradivarius creó sus más de 550 violines, unos 60 violonchelos, 18 violas, 2 guitarras, 14 contrabajos, un arpa… y tantos otros Stradivarius que se han esfumado. Según se dice, Stradivarius era un hombre con un sentido de la perfección superlativo, y también era un maniático del trabajo, tanto, que durante las noches de luna llena deambulaba por entre los bosques de Val di Fiemme, donde buscaba el árbol perfecto, el árbol digno de ser utilizado por él, y cuando lo encontraba, le arrancaba un trozo de corteza y lo martilleaba en busca de un sonido especial. Muy pocos daban la talla, pero los que pasaban la prueban eran talados y se transportaban al taller de Stradivarius, donde este los dejaba secando a la espera de que sus manos pudiesen esculpir maravillas con ellos. Sin embargo, estos árboles tenían unas cualidades especiales, ya que pertenecían a una época glacial que azotó la zona entre 1645 y 1715 e hizo que los árboles creciesen más lentos, por lo que se compactaron sus anillos y el sonido que producían era mágico.
         A pesar de todo, algunos no creen que el material fuese la razón de su excelencia, sino el barniz casero que Stradivarius les aplicaba, el cual estaba fabricado a partir de sílice, carbón, carbonato de potasio y cenizas prensadas, que, conforme a las investigaciones de la Universidad de Cambridge, tenían un origen volcánico. No obstante, esta pócima mágica aún no estaba terminada, ya que faltaba pulverizar la mezcla, disolverla en agua, cocerla y decantarla, para luego dejarla reposar durante más de seis meses. Esa es otra razón, el tiempo, porque, como todo lo bueno, los Stradivarius tardaban años en fabricarse.
        Además, aunque parezca imposible, España posee una de las mejores colecciones de Stradivarius que se conoce, el Cuarteto Palatino. Este preciado conjunto, compuesto por dos violines, una viola y un violonchelo, fue encargado por Felipe V; pero tras diversas guerras y conflictos, no sería hasta la época de Carlos IV cuando el patrimonio nacional español lo acogiese y empezase a disfrutar de su incalculable valor musical.
       Pero, pese a que son los instrumentos más preciados de la música, solo existe un Stradivarius totalmente original, el llamado Tenor Toscano. Este, que nació en 1690 y se expone en la Galería de la Academia de Florencia, ha sido el único que nunca se ha modificado, porque el resto de sus compañeros han sufrido cambios constantes para mantenerlos útiles y vivos dentro de la música.
        Como conclusión, es imposible poner precio a estas obras tremendamente perfectas, creadas por el mejor lutier de la historia, Antonius Stradivarius, y fabricadas en unas condiciones y con unos materiales únicos. Ni los violines de su compañero de taller Giuseppe Guarneri pueden ser comparados con los suyos. Como dijo el afamado experto californiano Bruce Tai: “Una combinación de buen ojo, buen oído, buenas manos, ajustes constantes y dotes artísticos” y, sobre todo, de un misterio que parece de película.
Mario de la Fuente.