Además, la aparición de juegos como bloodborne y sus
predecesores en la saga souls son una oportunidad para hablar del
lenguaje audiovisual en la narrativa, y
la imagen, sonidos y detalles por encima del texto.
En primer lugar, la historia en
sí pasa desapercibida para ceder mayor protagonismo a la atmósfera, a través de
una narrativa fraccionada, inmersa en
aspectos muy sutiles como el entorno, los diálogos de los npcs, pequeños
detalles de la banda sonora, descripciones en las armas y sutilezas con
múltiples connotaciones. De esta forma, es un juego muy exigente y complejo en
cuanto a su comprensión.
Por otro lado, respecto al
metagame, la jugabilidad aparenta ser un juego continuista, pero innova en
una nueva mecánica: la sustitución de escudos, claves en la saga souls, por armas de fuego, que de forma delicada
cambia radicalmente la tendencia, favoreciendo el ataque respecto a la defensa
y haciendo que incluso los veteranos de las anteriores ediciones tengamos que
aprender mecánicas nuevas. También cabe mencionar el extraordinario diseño de
niveles, con una adecuada colocación de los enemigos y entornos para los
combates, así como la variedad de armas y roles, lo que lo hace más accesible,
debido a su amplia personalización. Aún con un déficit en su dificultad,
respecto a las anteriores entregas, incluso de esta forma es muy complejo y
exigente ya que encarna un gran contraste en oposición a la industria AAA
convencional.
En el apartado técnico no
decepciona ni innova, pero sus gráficos no se sustentan en su potencial por sí
mismos, sino en la dirección artística, siempre en consonancia con sus ideales de oscuridad y soledad, representados
en la paleta de grises y colores apagados a la que recurre para el diseño de
entornos, personajes, y demás enemigos, los cuales están magistralmente
planteados y caracterizados.
En conclusión, este es un juego
indispensable en la generación, ya que asienta unos
nuevos cánones de narrativa en consonancia con la jugabilidad. Sin embargo, se
han cambiado y reformado mecánicas en favor a su mayor calado y ambición
comercial que lo distancian de las obras de culto que eran sus predecesores;
presenciamos la evolución lógica de grandes títulos de la anterior generación.
Álvaro González.