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martes, 5 de mayo de 2015

Se descubre un posible vínculo entre humanos y lémures.

   Recientemente se ha hallado en Alemania (en la fosa Messel) restos de un lémur de 47 millones de años de antigüedad que podrían verificar nuestra descendencia de dicha especie

   El paleontólogo Jorn Hurum, líder del equipo responsable del análisis del fósil, sugiere que Ida (el hallazgo) es una especie crucial de nexo, un eslabón perdido en la evolución de los primates. 

   El fósil es un puente que cubre la brecha entre los primates superiores como los monos, simios y humanos con sus parientes más lejanos: los lémures.

   En palabras de Hurum, del Museo de Historia Natural de Oslo, Noruega: Este es el primer eslabón a todos los seres humanos, Ida representa el nexo más cercano que podamos obtener de un ancestro directo.
Ida, cuyo nombre científico es Darwinius masillae, presenta una anatomía especial y única. El esqueleto lemuriano muestra características de primate, como manos prensiles, pulgares opuestos, dedos sin garras y con uñas y extremidades relativamente cortas.

   Este espécimen parece ser un fósil muy antiguo de primate, perteneciente al grupo que engloba al ser humano, comenta Brian Richmond, antropólogo biológico de la Universidad George Washington en Washington, D.C. 

   Sin embargo, existe un gran vacío en el registro fósil de este período, añade Richmond. Los investigadores no saben con seguridad dónde y cuándo se separó el grupo de primates que incluye monos, simios y humanos de este otro grupo que incluye a los lémures.

   Al menos un aspecto de Ida es incuestionablemente único: su increíble estado de conservación, jamás visto en ejemplares del Eoceno, cuando los primeros primates sufrieron un período de rápida evolución. 

    De este período geológico quedan muy pocos fósiles y tienden a ser un colmillo suelto por aquí o una falange de cola por allá, explica Richmond, por lo que no se puede decir mucho sobre lo que este tipo de fósil representa en términos de historia o biología evolutiva.

   En el caso de Ida, los científicos han sido capaces de examinar evidencia fósil de piel y tejido blando e incluso hurgar en los restos de su última comida: frutas, semillas y hojas…

Esther Ruiz.